Globalización o Globalismo: Un problema de conceptosDesde la elección del presidente Donald Trump (2016), se empezó a hablar de “el fin de la globalización” por part

Globalización o Globalismo: Un problema de conceptos

Desde la elección del presidente Donald Trump (2016), se empezó a hablar de “el fin de la globalización” por parte de algunos medios de comunicación de dudosa rigurosidad. Siguiendo los ideales de la ideología America First, que aparece explicada de forma más profunda más adelante en este artículo, el presidente número 45 de los Estados Unidos de América se propuso salir de varias organizaciones internacionales y pactos multilaterales como el TPP (Asia) o el TTIP (Europa) y transformó su discurso hacia un tono mucho más agresivo con frases como “Esperemos que Estados Unidos nunca tenga que usar su poder militar” (en la ONU). También llegó a amenazar con salir de organizaciones como la OMS o la OTAN argumentando que ya no satisfacían las necesidades estadounidenses. Desde entonces se ha dado un efecto bola de nieve inmenso. Los líderes populistas, en aumento en el mundo, han adoptado ese discurso extendiendo la confusión entre los términos Globalización y Globalismo. Que pueden parecer sinónimos, a pesar de que no lo son. Para arrojar luz en este asunto, tomemos prestada la definición de globalización de 

: la Globalización es un proceso histórico que consiste en la amplificación, la profundización, y la aceleración de las interconexiones globales. Es decir, que, si la persona X quisiera parar la globalización, tendría que desconectar internet en todo el mundo y retrasar el reloj de la innovación tecnológica unos cien años. A lo que estos líderes se refieren es al término 

. El término Globalismo se empieza a usar de forma amplia a partir del año 1940. Precisamente, en Estados Unidos personalidades como James Peck o John S. Beers hablan de él como un concepto de integración económica global y conexión cuyo centro es Estados Unidos. Esta conexión es sobre todo a nivel comercial y diplomático, pero también se alinea con una idea de la escuela liberal de las relaciones internacionales y es que la interdependencia y la interconexión garantizan la paz porque un conflicto entre sus actores dañaría a todas las partes implicadas de forma profunda. Por eso también durante muchos años Estados Unidos ha promocionado la democracia en el mundo. Dicha teoría se denomina teoría de la “Paz Democrática” (

) y se sostiene en el hecho de que en democracia todas las decisiones tienen consecuencias electorales. Por lo tanto una guerra puede comportar fácilmente que un presidente pierda las elecciones. Así que el temor a las consecuencias electorales frena la percepción del conflicto militar como una solución viable para dicho presidente en situaciones de confrontación de intereses.

Siguiendo la definición de Anthony MacGrew, vivimos en la época más interconectada de la historia. Veamos algunas de las vertientes de esa afirmación. En el siglo XVII abrir una misión comercial entre París y China necesitaba de varios años para poder completarse. También era el caso de otras rutas comerciales hacia América que requerían de mucho tiempo y un esfuerzo monetario sustancioso. Estos viajes ahora se pueden realizar volando o navegando en apenas unas horas o semanas y, en términos actuales, una reunión de negocios se puede realizar a través de internet en tiempo real. Ha cambiado mucho la percepción de distancia geográfica entre los países, la tecnología ha cambiado la percepción que tenemos de nuestro planeta.

Respecto del intercambio de conocimiento, información o comunicación interpersonal los últimos años han sido revolucionarios. Desde dispositivos personales hemos llegado a la inmediatez. A través de un simple toque con el dedo en nuestro smartphone podemos ver imágenes por satélite, planificar un viaje, compartir documentación o mantenernos conectados a través de WhatsApp, Telegram o aplicaciones similares con personas de todo el mundo. Puedo mandar un mensaje de texto, de vídeo o de voz que llegue instantáneamente a un destinatario sin ningún coste extraordinario.

 Concentrémonos en el acto de compartir conocimiento y la accesibilidad a la información. Es una de las grandes revoluciones de nuestro tiempo que un dispositivo del tamaño de la palma de la mano nos dé acceso a todo tipo de documentos que en otra época hubiera tenido un alto precio en esfuerzo y tiempo por parte de artesanos más el trabajo llevado a cabo por una industria de producción y transporte primigenia poco eficiente. Una biblioteca de envergadura en ese tiempo era algo a lo que solo los más poderosos podían aspirar.

Esta imagen refleja algo que difícilmente las generaciones actuales habrán visto o reconocerán: una librería ambulante. Apenas hace cien años, aunque esta imagen en concreto fuera capturada en la zona sur de los Estados Unidos, esta era la forma normal en la que muchos pueblos recibían su acercamiento a la cultura. Y es que en muchos países las bibliotecas sólo se podían encontrar en las ciudades más importantes y ricas, en centros culturales muy contados y con un gran poder de atracción, recordemos la mítica biblioteca de Alejandría. En poblaciones pequeñas sus habitantes dependían de estas librerías viajeras para poder recibir nueva lectura. Por el contrario, a día de hoy cualquiera puede acceder a libros y documentos en un número inimaginable a través de la red.

Desde otro punto de vista, con la nueva interconexión global, o globalización, compañías titánicas como Amazon o AliExpress han cambiado el funcionamiento del mundo del comercio de forma radical. Aparte de hacer inmensamente ricos a sus propietarios, han conseguido algo que a ese conductor de carreta le hubiera parecido una locura. Puedo comprar en un clic productos frescos chinos y que lleguen en estado comestible a casa. Puedo también encargar el rascador de mi gato en una compañía japonesa o estadounidense y recibirlo en un período menor a 24 horas. Y encima me lo traen a la puerta de casa. Otra industria que se ha desarrollado vertiginosamente es la de los gigantes de la información: Meta, Google, Reuters o Bloomberg navegan a través de estas inmensas nubes de datos que se nutren a través de la interconexión y los usan para informar tanto al público general como al sector privado con una velocidad nunca antes vista. Como ejemplo, he podido consultar para una parte de este artículo datos, como los contratos de construcción que se ejecutaron en todo el mundo y de qué país eran las compañías que los llevaron a cabo, en unos gráficos precisos y listos para su análisis sin moverme de mi escritorio. Este entorno de empresas capaces de proporcionar este tipo de datos los recibe instantánea y continuamente desde todo el globo en cantidades que se miden en yottabytes. Estos datos se estudian y organizan de forma automática a través de algoritmos complejos que los preparan para su accesibilidad. Ello ha hecho que una de las profesiones más nuevas y a la vez mejor pagadas del momento sea la de Analista de Datos. Esto ya al pobre señor de la carreta lo envía al hospital con un paro cardíaco, no le cabe en la cabeza.

Si el artículo que publiqué anteriormente aquí en Loop Media pesa 20 kilobytes,  imaginemos el número de artículos que supondrían un yottabyte. Esas empresas trabajan cada día con tales cantidades de información que serían necesarias varias vidas humanas solamente para poderla leer, no hablemos de analizarla.

Estamos en el momento más interconectado de la historia, y eso tiene puntos muy positivos como ya hemos visto: el acceso al conocimiento, el acceso a la información, el comercio electrónico, el trabajo o la medicina en remoto... Pero con ese desarrollo aparecen zonas oscuras: es uno de los momentos en que el individuo está más vigilado y estudiado de la historia, y hay derechos, como especialmente el de la privacidad, que se ven vulnerados a diario por entidades de todo tipo. Entre otros conceptos que están actualmente en reformulación, el de estado nación se ha ido viendo más y más debilitado. Muchos individuos ya no se consideran del país X, sino ciudadanos globales con sus particularidades de raíz cultural o lingüística sin tener un sentimiento patriótico hacia un territorio. También debemos contemplar que el hecho de que el desarrollo tecnológico haya aumentado en importancia ha hecho que las potencias asiáticas hayan recortado y obtenido parte del poder que antes monopolizaban las viejas potencias occidentales. Esto ha traído la consecuencia de que estas estén intentando volver a levantar barreras que les permitan protegerse del perjuicio que conlleva para ellos la mezcla entre globalización, globalismo y la fragmentación de producción.

De la globalización única estadounidense, a la aparición de varios competidores y la nueva fuerza globalizadora.

Volvamos al presidente Trump y comparemos su discurso con presidentes anteriores como Ronald Reagan (

) a quien le preocupaba no mantener el soporte a sus aliados, y quien fue uno de los mayores precursores del globalismo. Pero claro, tenía sentido en su momento histórico, trabajaba en plena Guerra Fría (1945-1991) y con la presunción del final de esa situación. ¿Por qué ocurre este cambio de apertura a cierre? Ni siquiera es un cambio nuevo. Observemos la historia. Para este apartado ignoraremos voluntariamente la explicación más precisa sobre las 

 y su evolución hasta el presente, porque recordemos que estamos hablando de la intención globalista o no de un país en concreto, que va unida a su gobierno mundial. Para poder apreciar de mejor forma este cambio de perspectiva hay que remontarse al 

 del presidente George Washington (1796). En él el primer presidente de los Estados Unidos declara que los Estados Unidos de América nunca tendrán aliados permanentes y que frente a la disyuntiva siempre tomará la decisión de priorizar la resolución de los problemas que surjan a nivel doméstico. No hay que dejarse engañar, cuando dice a nivel doméstico no se refiere a su país exactamente. Se refiere a su región, que para él (y muchos presidentes posteriores) incluye desde Canadá hasta Argentina. Cualquiera se da cuenta de que esa ideología poco tiene que ver con el globalismo y que se parece más a las ideas del presidente Trump en el año 2016 que a lo que expresa el presidente Reagan en el año 1983.

A este tipo de discurso se le llama regionalismo aislacionista. ¿Por qué? Porque lo primero soy yo, mi región y además no creo en los aliados a largo plazo, así que me aíslo y protejo siendo muy cauto del resto de países. Tal y como hemos anticipado antes, esto es completamente contrario al comportamiento estadounidense posterior. Desde aproximadamente el año 1945, con el final de la Segunda Guerra Mundial, decide impulsar organizaciones globales como las Naciones Unidas (24 de octubre de 1945), la Organización del Tratado del Atlántico Norte (4 de abril de 1949), el Banco Mundial (Julio de 1944), la Organización Mundial de la salud (7 de abril de 1948), etc. Actitud que acelera a partir del año 1991 con la caída de la Unión Soviética y el final de la Guerra Fría. En ese momento Estados Unidos queda como único superpoder en una forma de orden mundial que en geopolítica llamamos “el mundo unipolar”. En ese mundo unipolar el gigante de América del Norte se ve beneficiado por esta nueva y profunda interconexión global por razones obvias: es el centro del mundo y establece las normas globales. Quién forma parte, quién no, qué gobierno satisface las necesidades del centro y cuál no. Y también define la periferia: aliados que se beneficiarán y crecerán siempre bajo su tutela y respetando sus intereses. La periferia son aquellos estados hacia los que fragmenta la producción o desde los que importa materias primas, que se convierten en una especie de trabajadores necesarios para que el centro crezca. Globalismo y globalización, por tanto, en los medios populares pasan a ser palabras que se confunden con el poder y el imperio estadounidense, como sin él no pudieran existir. Es una época en la que el gigante americano pasa a gestionar el mundo según sus necesidades y objetivos en que no tiene problema en apoyar golpes de estado, establecer dictaduras y promover cambios democráticos según convenga al momento y al equilibrio mundial que patrocina. Dejando la ética de lado, hay que reconocer que es algo que en geopolítica hemos visto desde el imperio romano. Lo innovador es la inmensa escala y la nueva variedad de herramientas de control de que dispone este nuevo imperio. No hay que idealizar ni villanizar a los estados excesivamente, ya que todos tienen trapos sucios, y hay que recordar que debemos a este mismo imperio desarrollos cruciales para la historia como podría ser internet. Estas son las razones por las que en esta época sus presidentes expresan la necesidad de que se expanda la interconexión y la interdependencia entre estados, ya que en esta situación las áreas de influencia obtienen beneficio y progreso, aunque el centro siempre es el mayor beneficiario.

(Departamento del Tesoro de Estados unidos, mapa de rutas comerciales internacionales)

El problema para el statu quo del imperio surge cuando los países que forman la periferia aprovechan sus recursos en momentos de relajación del dominio del centro para reinvertir el excedente de dinero en su propia industria, en su propio interés, y, en vez de comprar más producto a conglomerados estadounidenses, empiezan a desarrollar lo que llamamos “

industria de sustitución de importaciones

”. Esto consiste en: si somos un estado X dedicado a la agricultura y que compra muchos tractores, por ejemplo, a una marca concreta y solvente, estaremos muy interesados en desarrollar la capacidad de nuestro país de producir independientemente este producto, para nosotros un producto estratégico, porque dependemos de él para la supervivencia de nuestro estado. Solo hay que utilizar la simple lógica para imaginar qué ventaja negociadora tendría sobre nosotros aquel país que pudiera cortar la venta de tractores de un día para otro si le ofendemos. Eso para nuestro país sería un auténtico desastre a la altura de un tsunami o un terremoto. De un día para otro, sin nuestros recambios, sin nuestros nuevos tractores, no comemos. Es por eso que cualquiera podrá ver que el sistema de sustitución de importaciones no solamente impulsa el desarrollo económico, sino que también construye la recuperación de nuestra soberanía. El concepto de soberanía se refiere a la capacidad que tiene un estado de decidir independientemente sobre todos sus recursos, territorio, población y cultura. Hoy en día podríamos incluso incluir su información, tema del que hablaremos más profundamente más adelante.

Volviendo a ese proceso, tan importante para nuestro estado inventado, de sustitución de importaciones, es verdaderamente importante que entendamos cómo funciona y a quién perjudica para que sucesivos presidentes estadounidenses hayan adaptado tanto su discurso a las nuevas encrucijadas. El proceso empieza por establecer lo que Frederik List llamaría “

”- que literalmente se traduce como industrias bebé o en período de infancia. Esta industria necesitará de la implementación por parte del estado de algunas políticas, que si nos desplazamos de la ideología económica a lo abstracto son inmensamente lógicas:

1-      Protección y ventajas fiscales: No se puede competir contra una marca del tamaño de un tiranosaurio sin algún tipo de apoyo estatal. Por lo tanto, el estado gravará mediante aranceles cuya consecuencia será que los tractores que traemos del exterior sean más caros y de esta forma la población de nuestro estado inventado tenderá a comprar más los tractores locales que los de importación. Además de esta primera política, nuestro estado inventado probablemente decida que durante los primeros años de esta industria sus empresas reciban todo tipo de ventajas fiscales internas como préstamos a interés muy bajo o menos impuestos con tal de que estas empresas puedan invertir la mayor cantidad de recursos posible en el desarrollo de nuevas tecnologías y, en general, de su capacidad de competición frente a las demás.

2-      Apoyo a la investigación y desarrollo en el ámbito académico: Esta parte consiste en, de forma angular, tratar de limar las diferencias a nivel tecnológico en el menor tiempo posible mediante el apoyo a la academia específica del sector. De esta forma nuestro estado inventado podrá desarrollar patentes propias sobre el producto, ya que una de las mayores barreras al desarrollo es que para usar productos desarrollados por otros necesitamos su permiso y asumir los costes de esta política. Y eso es otra 

. Necesitamos seguridad en caso de que intenten frenar nuestro desarrollo con protestas internacionales de apropiación indebida u otras vías de presión. El efecto bola de nieve en estos casos redunda en auténticas catástrofes económicas, ya que todo lo que crecía se convierte en un pozo de pérdidas que ponen en riesgo la inversión previa y la viabilidad del proyecto. Siguiendo con la metáfora de nuestro tractor en el país inventado. Lo ideal sería que desde las ruedas hasta su antenita de radio fueran desarrolladas por nuestras empresas para bloquear la posibilidad de entrar en ese tipo de conflictos. Y habría que intentar que en las universidades de nuestro país inventado se subvencionaran programas de estudio relacionados con nuestro campo de interés como la ingeniería electrónica, o mecánica siempre relacionada con tractores o aplicable a ellos. En esa misma línea habría que procurar traer tanto profesores, directivos como operarios extranjeros que aporten el conocimiento que nos pueda faltar hasta el momento en que nos convirtamos en productores de ese conocimiento y experiencia.

3-      Por último, es también crucial el establecimiento de rutas comerciales de las materias primas necesarias. Si no podemos proporcionar un buen acero o plástico a nuestra industria, de poco servirá todo lo demás. Llegado el momento, también es importante establecer rutas y mecanismos de exportación para que la industria de nuestro país inventado sea lo más sostenible posible. Los beneficios generados por el sistema que el país ha creado harás esta estructura sostenible y contribuirán a su propio ecosistema industrial y cultural. Buscar clientes interesados, puede incentivar incluso la expansión de su red diplomática de influencia y promover tratados comerciales, generar oportunidades y, por consiguiente, crecimiento económico y prosperidad. Pero eso ya es rizar el rizo más allá de la industria de sustitución de importaciones.

¿Y qué tiene que ver esto con el cambio de punto de vista de estos presidentes sobre la ideología globalista? Pues más de lo que parece. Imaginemos ahora una empresa que fabrica tractores en Estados Unidos. No solo ha perdido un estado como cliente, si no que ha ganado un competidor. Y eso le hace perder dinero., Por lo que para mantener beneficios tiene que reducir salarios o incluso despedir trabajadores. Esos trabajadores por lo tanto tendrán una percepción negativa de la globalización. Y eso en las elecciones de un estado de derecho es algo que tiene consecuencias profundas. Acordémonos, todas las decisiones y puntos de vista defendidos por un gobernante en democracia tienen consecuencias en su reelección o no y en los grupos de interés que le dan soporte. Junto con otros factores como el populismo y la desinformación mediante sobreinformación, es una de las razones más importantes del resurgimiento de “America First”, la ideología centralizadora, regionalista y aislacionista del presidente George Washington, Su origen y evolución es, sin embargo, un tema tan complejo que por la brevedad de este artículo recomendaremos consultar 

Esta es la explicación de cómo en el año 2016 el presidente Trump gana las elecciones con esta ideología en Estados Unidos, que pasa de ser adalid e impulsor del globalismo durante la administración Obama, a dar un giro de 360 grados. El gigante norteamericano le dice al conductor: - Oiga, disculpe, pare el tren que yo me bajo. Y ante una población invadida de un sentimiento profundo de pérdida empieza a implementas políticas que restringen, por ejemplo, el acceso a su mercado a empresas que no tengan fabricas sobre su territorio, lo cual, honestamente, sobre el papel no es mala idea. Quiere revertir el proceso de desindustrialización, la fragmentación de producción que también le provoca fugas de tecnología y recuperar puestos de trabajo de bajo valor añadido que ha ido perdiendo en favor de otros países. También decide imponer barreras legales cuya intención es frenar la inmigración y establecer barreras arancelarias para aquellos productos locales que sufren frente a los que provienen de cadenas extranjeras de importación. El problema son sus consecuencias, muchas de ellas inesperadas. Resulta que no ha resultado una política tan efectiva como cabría esperar ya que la base para garantizar su funcionamiento radica en la capacidad de poder adquisitivo del inmenso mercado estadounidense. La idea es que sin las compras del público estadounidense el producto pierda tantos beneficios que se vea obligado a cumplir con las demandas locales para sobrevivir. El problema con que esta estrategia no contó es que en la situación presente la pérdida de poder exterior proporcional de los Estados Unidos de América y por lo tanto del poder adquisitivo de sus ciudadanos es tan grande que ya no es el único mercado al que las marcas puedan acudir. Ahora ahí fuera hay países con poblaciones inmensas y con creciente poder económico que no solo rivalizan, sino que superan la capacidad de Estados Unidos para hacer sobrevivir a un producto. China, India, Japón, Indonesia… son potencias con mercados inmensos que han ido ganando el poder que Estados Unidos ha ido perdiendo, gota a gota. Así que Estados Unidos ha ganado mucho menos con esta estrategia de lo que esperaba. Estas pérdidas se han dado sobre todo a nivel económico con el sistema que se conoce como “Champion Industries“ de Asia y el Sureste Asiático. Y es que la metáfora del tractor ha ocurrido con diversas industrias. Así que cuando Estados Unidos dice “me bajo del tren”. China se sube, y no ella sola. Transformando el mundo en un nido de centros y periferias entrelazados entre distintas regiones. Hoy en día una de las formas de guerra más livianas desde el punto de vista de nuestro país inventado consiste en comprar el producto del país periférico en vez del centro. Y el daño que eso produce cuando muchos países se unen en contra del tuyo es inmenso. Realmente no parece motivo de inicio de un conflicto bélico, o sí a largo plazo.

Globalismo Chino vs Globalismo Estadounidense

El globalismo que deja de lado Estados Unidos, como en muchos otros campos, es un testigo que decide recoger China. Y es que parece que la respuesta de China siempre es: - ¿A si? ¿No me dejas comprar chips como yo quiero? Me los hago yo. ¿No quieres más globalismo y pretendes que el mundo venga a ti en vez de ir tú al mundo? Yo me encargo de ser el mayor centro globalista del mundo. Pero ambos países tienen formas muy diferentes de hacer lo mismo. Para entender esta parte hay que hacerse una pregunta muy importante: ¿Cuáles son las industrias más importantes para cada estado que participa en la globalización? Es de lógica que, para cualquier estado, lo más importante sea impulsar y acrecentar sus industrias más potentes. Industrias con las que, tal y como hemos explicado antes, también buscará nexos diplomáticos u otros tipos de relaciones internacionales.

De regreso a nuestro país inventado, si nuestra industria más importante es la agraria, nos relacionaremos con otros países a través de la investigación de nuevos cultivos que puedan tener más producción o que puedan aportar una mayor variedad a nuestra dieta. También buscaremos nuevos sistemas de cultivo que nos puedan resultar interesantes. Intentaríamos pactar, quizá con Japón, para que nos proporcionen el conocimiento de como cultivar en edificios en medio de una ciudad para esa región de nuestro país que no tienen otra forma de sostener un cultivo de plantas.  En base a esas industrias principales, es bastante más fácil explicar el tipo de relaciones internacionales que desarrollan tanto China como Estados Unidos. Sin embargo, hay que recalcar que el objetivo de este artículo es solamente analizar unas diferencias, no apuntar dedos y diagnosticar quienes son buenos y quienes malos. Recordemos que todos los países tienen necesidades e intereses propios que atender y que sus disfunciones son el coste de la supervivencia en un mundo de recursos limitados y competición entre estados por la ventaja estratégica. Qué perspectiva le parece mejor, o cuál le parece peor lo dejo a la decisión de cada lector. Dicho esto, hagamos la misma pregunta con estos ejemplos reales: ¿cuál es la industria más importante para los Estados Unidos de América? La militar, en la cual se gasta más que los siguientes 9 países combinados:

Si bien esta industria es responsable del desarrollo de tecnologías que han cambiado la historia, como internet, el vuelo supersónico o el GPS, también lo es de que en su relación con el mundo Estados Unidos lo que más necesite sea también buscar estrategias para mantener en funcionamiento esa inmensa rueda industrial que sostiene miles de puestos de trabajo y genera unos dividendos extraordinarios y, seguramente, imprescindibles para su economía. Para algunos presidentes resulta tan opresiva esa obligación que ya el presidente 

 en el año 1961 advertía de lo peligroso que era que la industria militar fuera tan dominante frente al resto de industrias que sustentaban a los Estados Unidos. Y desde entonces no es muy difícil encontrar declaraciones de oficiales de alto rango de los Estados Unidos quejándose de lo mismo: esa industria dominante impulsa a crear enemigos innecesarios. El problema es que es la misma industria que hizo prevalecer a Estados Unidos en la Guerra Fría y la herramienta que le ha facilitado el gobierno mundial durante décadas y, desde una perspectiva Realista de las relaciones internacionales, es también una de sus mayores fuentes de seguridad. Parafraseando a uno de los mayores defensores de esta ideología, 

: la mayor garantía de que nadie hará la guerra contigo es ser tan poderoso a nivel bélico que los siguientes estados que podrían querer generar un conflicto militar contigo no tengan siquiera la esperanza de ganarte. Es el remanente de esa famosa frase repetida como un mantra por el presidente 

: “speak softly, and carry a big stick”, refiriéndose a que uno no necesita levantar la voz en las reuniones de negociación cuando lleva el peso de la armada estadounidense para defender sus palabras.

Por eso tiene sentido que el gigante norteamericano se sumerja en conflictos o venda armas a otros países como muestra de alianza y favor ideológico y diplomático, o las retire e imponga sanciones en su venta en caso contrario. Es el caso por ejemplo de su participación en la guerra de Ucrania proporcionando armas a los ucranianos, o en su tira y afloja con China armando a los Taiwaneses. Otros países, como Singapur o Dinamarca le han pedido que pusiera una base militar en su territorio o pactos de protección para garantizar su seguridad y como recurso para profundizar su amistad. También Filipinas en su día con la voluntad de darle un golpe a los Estados Unidos se negaría a mantener una base militar estadounidense. Y es que bajo el mandato del presidente Duterte el país hizo este gesto para demostrar su favor a China. Son distintas piezas que acaban componiendo un único rompecabezas.

Cualquiera puede deducir que siendo este capítulo una comparativa entre el sistema chino y el estadounidense el resultado va a ser todo un contraste. Y es que para los chinos la empresa más importante es la de la construcción después de la del cobre. Hay que ir con mucho cuidado de no olvidar su red de negocios y comercio internacional. Aunque eso también ocurriría con Estados Unidos, que tiene muchas más industrias que la de guerra. Así que nos centraremos en la industria de construcción china ignorando el resto. Para hacernos una mejor idea del panorama chino hay que desenmascarar el mito de que la manufactura sigue siendo la industria más importante de China, se ve bastante roto observando el siguiente gráfico que describe en miles de millones los ingresos que producen el top diez de industrias chinas. Otro mito muy importante que apartar de nuestro imaginario al pensar en China es que sus productos de exportación principales son productos de bazar, porque eso nos haría caer en un error inmenso respecto a una realidad en que sus principales exportaciones son de alto valor añadido tal y como explica 

Este gráfico se publica en la misma web, y podemos observar cómo incluso en plena pandemia la industria de construcción china no deja de crecer, lo cual tiene bastante mérito porque esta industria como la militar estadounidense es uno de esos dinosaurios que ya es muy difícil que crezca. Como nos pasaba con Estados Unidos, el hecho de que la industria más importante para China sea la de la construcción hace que la forma de relacionarse con el mundo del dragón asiático para establecer relaciones internacionales sea la de involucrarse en obras faraónicas de infraestructura. Mediante el ladrillo consigue canalizar trabajadores, tecnología, intereses en redes comerciales y capital económico. Factores de producción que luego recupera con favor diplomático o a través de un comercio prioritario de productos estratégicos que puede necesitar como el oro, el selenio, o el coltán. Es famosa además por establecer un precio más ajustado por esas mercancías que sus competidores. Como primer ejemplo de estas relaciones podemos observar el tren de alta velocidad que, de momento, ya une Kunming con Laos, y Vietnam, dos aliados. También está previsto que acabe uniendo en la misma línea su país con Tailandia, otra aliada, desembocando en el puerto de Bangkok. Una ciudad que merecería su propio artículo.

Esta imagen pertenece a Silk Road Briefing:

https://www.silkroadbriefing.com/news/2022/06/08/china-laos-railway-extending-through-to-thailand/

Otro ejemplo de este tipo de proyectos es el corredor económico China-Pakistán, que no deja de formar parte de la misma “belt and road initiative”, considerada la obra de construcción más importante de la historia. Eso es debido a que es inmensamente importante a nivel económico para Pakistán, pero también a nivel estratégico para China. Quizá algunas construcciones que podemos analizar llevadas a cabo por China en ciertos países no cumplen tan bien esta función estratégica, pero en este caso China no solo recibe esa compensación que comentábamos antes de diplomacia y canalización de factores de producción sino que también le asegura el control de un puerto crucial para su “String of Pearls”, la parte marítima de la ruta de la seda, que no quiere poner en riesgo bajo ningún concepto. Es muy interesante para los países ser paradas de esta ruta, no solo por la accesibilidad a los productos de comercio que les pueda proporcionar, sino también por los dividendos que va a producir para ese país. Se puede encontrar 

 un índice de proyectos abiertos chinos en Pakistan a raíz de esta relación.

Otro de los lugares que recibe una inversión inmensa por parte de China a nivel de construcción de infraestructuras es el continente africano.  Se puede observar 

 la inversión de treinta y seis mil millones en infraestructura en Libia y 

 podemos ver también sus proyectos en Angola, Nigeria, o Sudan, donde es fácil comprobar esa doble función que realizan las inversiones en infraestructura de China en el extranjero. Más detalladamente descritos en 

https://www2.deloitte.com/us/en/insights/industry/public-sector/china-investment-africa-infrastructure-development.html

Podríamos hacer exactamente lo mismo con las inversiones chinas en infraestructura en Europa o América del Sur. Lo complicado para muchos países de todo el mundo que reciben la visita de los negociadores chinos es que un país extranjero tenga la propiedad de infraestructuras tan cruciales como puertos o presas de agua. Sin embargo, muchos de estos países también ven en los chinos un mal menor. Ese mal menor les presta dinero de forma más conveniente que los demás y no interviene económica o militarmente en sus países para imponer sus intereses. Y al final necesitan de las inversiones de un tercero para crecer y desarrollarse. Volvamos a nuestro país inventado. Si China nos construye un puerto y una carretera, eso nos puede ayudar muchísimo a la hora de exportar nuestros tractores o importar las materias primas que necesitamos para fabricarlos. La cosa es, ¿a qué precio? Decía un economista: “There is no such thing as free lunch”, nadie regala nada. Igual que el resto de países, China no regala las inversiones ni la infraestructura.  Todo tiene un precio y, por tanto, un coste para el Estado. Eso sí, es una alternativa, y habría que negociar hasta qué punto nos interesa frente a otras posibilidades.

En el siglo diecinueve, el gran soberano de las telecomunicaciones es el telégrafo, que es el gran sistema de interconexión mundial. Recordemos que la definición de globalización no concierne a un país X que de forma unipolar domine esos distintos canales de conexión como el comercio internacional, las telecomunicaciones o los flujos de información en general. Se basa en que ese nexo entre todos los países exista. Si hay teléfono que llame a Pekín desde Guatemala, si hay un internet através del que desde París se pueda consultar el Dow Jones, hay globalización. Por mucho que una ideología como la que sostienen el Brexit o America First busque volver a alzar barreras para intentar frenar los perjuicios que les ha causado el otro concepto con el que se confunde la globalización, el globalismo. El mundo hiperconectado, la hipercirculación de trabajadores y la fragmentación de producción produce disfunciones. La realidad es que la revolución de las interconexiones al más alto nivel no tiene quien la pare, el mundo sigue siendo el mismo, además de que hay grandes corporaciones que, como ya explicábamos antes, se benefician progresivamente cada vez más de este nuevo mundo y probablemente no están dispuestas a renunciar a su fuente de riqueza y de poder.

1902 British All Red Line map, from Johnson’s The All Red Line – The Annals and Aims of the Pacific Cable Project (1903). Image available in the public domain.

Habría que considerar como primer culpable de esta conexión irreversible al telégrafo. El telégrafo es el primer gran método de interconexión que se acostumbra a poner como ejemplo debido a una inmediatez nunca antes vista. Podemos comprobar su relevancia observando como su papel ya sería crucial en conectar de una forma sin precedentes a Inglaterra con sus aliados o aquellos socios que pudo considerar cruciales para su seguridad nacional. Es tan importante que se puede establecer como centro de una de las llamadas oleadas de globalización que exponíamos anteriormente. Es el responsable de que Inglaterra sea un centro geopolítico inmenso. Y por último también tiene un papel sin igual en la 

. Fue crucial para la comunicación de ordenes de forma eficiente y rápida desde la dirección a los escuadrones. Uno de los puntos que evaluamos en geopolítica para definir la fuerza de un ejército, es esa capacidad de transferencia, interpretación y ejecución afinada de órdenes. Solo hay que imaginarse la diferencia de tiempo entre usar palomas o personas a caballo portando mensajes al telégrafo. Eso sí tenía sus limitaciones. Requería de una oficina con una máquina de tecnología muy avanzada y por lo tanto compleja de reparar en caso de ser dañada y muy cara de reemplazar. También eran vulnerables sus conexiones a través de cables submarinos y en la superficie porque se podrían cortar físicamente. Además de que al transmitir en código morse no todo el mundo podía entender lo que se transmitía, requería de un especialista con su extra de consecuentes vulnerabilidades.

Esta imagen pertenece al New York Times: 

https://www.nytimes.com/2006/12/27/business/27morse.html

El siguiente gran avance que cambió la globalización para hacerla permanente, fue el nacimiento de internet. Según 

 internet nace alrededor del año 1962 con la intención de desbancar al telégrafo o los teléfonos como red de comunicación militar, ya que iba a ser mucho menos vulnerable y tener una capacidad de conexión mucho mayor. Treinta años más tarde en 1994 IBM inventaría el móvil Smartphone, que es el que ahora impera. Un teléfono con capacidades para las que anteriormente necesitaba el usuario un ordenador de sobremesa. Eso junto con el internet por satélite y el nacimiento de las redes sociales como Facebook (2004), Instagram (2012), Twitter (2006), o TikTok (2017) han hecho del siglo XXI el más interconectado de la historia, y por lo tanto el más globalizado de la historia. Por eso repetimos que, para parar la globalización, habría que destruir básicamente la civilización como la conocemos en este momento. En el presente se está trabajando en las redes inalámbricas 6G que se espera revolucione la velocidad de transmisión de datos y conexión del mundo que 

 en el año 1970. Fijémonos en esta tabla de comparación de capacidades que pertenece a 

Podemos ver claramente que las capacidades de la red 5G implementada en el año 2019 desbancan completamente las capacidades de transmisión de la red 1G de 1970.  El 6G esta previsto para el año 2026 y se rumorea que podría rodear la capacidad de descarga a 1000 gigas por segundo. su latencia se reduciría a 0,1 milisegundos y sus frecuencias podrían llegar a bandas bajas de 1GHz-24 y altas de 24-300 GHz. (

). A esa altura ya es muy difícil predecir de qué seremos capaces en esta era de la hiper conectividad. Quizás habrá que empezar a hablar de hiperglobalización, y el que la niegue, seguramente empiece a ser como un terraplanista o un negacionista del cambio climático.

La realidad se impone. No obstante, no está exenta de claroscuros. La tecnología avanza de forma imparable y la sociedad descubre sus repercusiones a posteriori, por lo que produce debates de difícil solución ya que confronta debates éticos, de limitaciones legales, de intereses económicos... Conflictos que aparecen cuando nos hacemos conscientes de que los usuarios, por ejemplo, nos hemos convertido en mercancía en forma de datos personales que las redes recopilan y con los que comercian. En qué queda el derecho sacrosanto a la privacidad. Las redes recopilan conocimiento sobre sus usuarios de interés comercial para empresas de todo tipo. ¿Somos monitorizados constantemente? ¿Podemos evitarlo? ¿Es este el nuevo oro que mantiene a las tecnológicas? Datos fiables, íntimos, para los clientes adecuados a un precio conveniente que producen ganancias a muy diversas empresas. Por eso hemos podido ver juicios en Estados Unidos contra 

. Todos y cada uno de estos juicios tenían que ver con temas relacionados con la utilización de datos y esa capacidad de conectar a las personas. Manipulaciones, conspiraciones, informaciones falsas… Pudimos comprobar durante la pandemia el poder de desinformación de las 

 como los expertos siempre llegaban tarde y mal a resolver los conflictos provocados por ellas.

Eso por parte de la población. Por parte de los estados el mayor problema al que se enfrentan es al de la soberanía de sus datos. ¿Esas grandes compañías que hemos mencionado que nacían durante esta nueva era hiperconectada son propietarias de los datos que transitan por sus redes y pueden comerciar con ellos? Es sin duda el nuevo oro, o el nuevo petróleo, el tener los datos adecuados para el cliente adecuado.

https://www.dhakatribune.com/world/europe/278082/turkey-introduces-jail-terms-for-disinformation

¿Personas, usuarios, empresas y estados se pueden proteger de esas amenazas? Estados Unidos lanza la acusación, Titk Tok nos espía, Europa acusa a Google entre otras, China bloquea a Google... ¿Cómo se pueden proteger los estados y sus intereses en esa hiperconectividad? ¿Qué clase de control o legislación podemos establecer sobre todo esto? ¿Es posible una desconexión?  ¿Cómo se controla una red que transfiere datos en 6G, si es que es posible? ¿Qué poder tienen las IA y cómo regularlas? Son probablemente de las mayores preguntas a resolver durante los próximos años.

El hombre es un animal político y necesita de la comunicación para su supervivencia. Esa ha sido la clave de su imperio en el planeta y seguramente la de sus upervivencia futura.

Toda la evolución nos ha traído hasta un mundo actual en que hemos desarrollado de manera exponencial nuestras capacidades tecnológicas y de modificación del medio. Es así que ahora se desvelan retos de una magnitud que nunca antes habíamos vivido como especie. Es en esta perspectiva en la que debemos no confundir globalización y globalismo. Hay que tener muy claro que para parar la Globalización habría, básicamente, que parar el mundo y hacerlo volver atrás un siglo. Y es que el ser humano siempre ha buscado conectar y confraternizar con los de su especie, unas veces de forma acertada mediante comercio o intercambio cultural y otras de forma menos acertada a través de la confrontación, la guerra o la violencia en general. Con el nacimiento de las filosofías anti globalistas podemos detectar que hay partes interesadas en volver a aislar sus países para recuperar al menos una parte del poder que han perdido frente a las grandes corporaciones globales. Pero hoy en día tal y como han demostrado tanto Brexit como America First aislarse del mundo y sobrevivir no es una salida factible. Solamente hay que observar cómo en realidad ambas políticas han hecho perder a sus países mucho más de lo que han ganado. La situación actual plantea problemas nuevos y desequilibrios que tensan las costuras del orden mundial conocido. Se abren incógnitas que requerirán soluciones no transitadas. Tiempos interesantes que generarán un mundo nuevo. Queda esperar, qué nos depara el futuro. Y el futuro siempre es de los valientes, de los creadores y de los capaces. Esperemos que los actores estén a la altura.

¿Se puede acabar la globalización?

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